Abuela barranquillera se graduó del bachillerato a los 83 años

0
176
Abuela barranquillera se graduó del bachillerato a los 83 años

Zoraida Blanquicet, una abuela barranquillera de 83 años, irradia una sonrisa contagiante que refleja una renovada juventud, a pesar de los años que ha vivido.

También puedes leer: Así fue la inauguración de ‘Magdalena’, la obra efímera más grande del continente

A pesar de sus vueltas al sol, su rostro tranquilo y cuerpo de poco más de 1,50 metros de altura muestran la huella del tiempo en arrugas templadas en su cuello y manos.

La anticipada llegada de la Navidad para Zoraida trajo consigo un aguinaldo especial: la recompensa de meses de esfuerzo, dedicación, puntualidad y buena disposición.

Fiesta compartida para la abuela barranquillera que se gradúa

Sory, como la llaman sus familiares y amigos, fue una de las diez personas que recibió su diploma de bachiller el 29 de noviembre en la Institución Educativa Distrital Carlos Meisel, ubicada en la calle 74 con carrera 24.

Aunque compartió la ceremonia con otros nueve compañeros, su emoción habla por todos al afirmar que logró uno de los sueños más significativos de su vida: graduarse y consolidar, con un cartón, su vocación de toda la vida, la canalización del estudio como fuente de autorrealización.

En una conversación telefónica Sory, rodeada de hijos, nietos y amigos, expresó su felicidad desde el momento en que tomó el micrófono. “Ay, señor, gracias, estoy muy feliz”, dijo, agradeciendo los saludos de quienes la acompañaban.

Agradecimiento y constancia

Cuando se le preguntó por sus sensaciones, entre risas, afirmó sentirse contenta. “Después de tantos años, mira, un diploma. Estoy muy contenta”. La oportunidad de obtener este logro llegó a través del centro de vida, y ella, inicialmente incrédula, decidió aprovecharla. “Yo decía ¿Cómo?, ¿Yo?, pero me decidí para empezar y ahora estoy muy contenta celebrando con mis hijos”, aseguró.

Originaria de Cartagena, Zoraida llegó a Barranquilla por amor, uniéndose a un hombre con el que estuvo casada casi sesenta años hasta que falleció por un infarto fulminante. “Él me ponía pereques para estudiar porque le daban celos (risas), pero igual yo seguía buscando”, recordó. Tras la repentina pérdida de su esposo, Zoraida continuó su búsqueda educativa, enfrentando dificultades, especialmente en matemáticas.

Deja una comentario